jueves, 5 de noviembre de 2009

opiniones encontradas

Quiero resaltar que, además, me parece estéticamente muy buena.


Nada

Osvaldo Bazán




El niño homosexual está en guerra. No sabe todavía que es homosexual. Ni que está en guerra. También desconoce las causas de ambos hechos. Sin embargo, nació en guerra. Maldición, la de haber sido parido en territorio enemigo.

El niño judío sufre la estupidez del mundo y vuelve a casa y en su casa sus padres judíos le dicen “estúpido es el mundo, no vos”. Y le hablan de por qué esta noche no es como todas las noches y le cuentan de aquella vez que hubieron de salir corriendo y el pan no se levó. Le dan una lista de valores y tradiciones y le dicen: “Vos estás parado acá”. Y sabrá, el niño judío, que no está solo.

El niño negro sufre la estupidez del mundo y vuelve a casa y en su casa sus padres negros le dicen “estúpido es el mundo, no vos”. Y le hablan de la cuna de la humanidad, de un barco, una guerra. Le dan una lista de valores y tradiciones y le dicen: “Vos estás parado acá”. Y sabrá que no está solo.

El niño homosexual sufre la estupidez del mundo y ni se le ocurre hablar con sus padres. Supone que se van a enojar. Él no sabe por qué, pero se van a enojar. Y para sus padres, lo peor, es creer que su hijo no es como ellos.

Se enfrentará con algunas tonteras el niño homosexual. Será parte de una minoría con la cual, las relaciones que han establecido las mayorías han sido, generalmente, de crueldad. Las mayorías heterosexuales se han creído, a lo largo de los siglos, moralmente superiores y por lo tanto, con derecho a decidir cómo tienen que vivir todos los demás. La homosexualidad –en realidad, todas las sexualidades no reproductivas– fueron pecado para las religiones, fueron enfermedad para la ciencia y fueron delito para el derecho y los Estados. El poder no nos ha querido nunca.

El niño homosexual, sólo por haber nacido homosexual, sólo por haber sido parido en territorio enemigo, está en guerra con la religión, con la ciencia y con el Estado. ¿Cómo podría enfrentar un niño una lucha tan desigual? ¿Con qué armas? ¿Dónde está el adulto que lo escuche?

Con el tiempo, la ciencia que un día había decretado que la homosexualidad era una enfermedad, con la misma ligereza, decretó otro día que no lo era. No pidió perdón, pero por un decreto afirmó que éramos enfermos, y por otro, que ya no lo éramos.

Fue la primera de las tres fuerzas que reconoció el error. No, perdón no pidieron.

Ahora algunos señores representativos de la sociedad argentina 2009 deberán decidir sobre qué piensa hacer el Estado con estas minorías. Una posibilidad cierta sería matarnos a todos, hacerse cargo de la superioridad moral que se vienen atribuyendo y dejar un mundo binario; ir contra la naturaleza –que es variada y multisexual– y decidir que lo único que tiene derecho a existir es el hombre y la mujer, llamándole hombre a todo el que nació con pito y mujer a todo el que nació con chochi y listo. Y que necesariamente deben enamorarse entre sí para procrear. Podrían agregar un inciso en donde se elimine también a todos los estériles. El matrimonio, para esta posibilidad en donde sólo es un extensión legal para la procreación, se extinguiría apenas hombre o mujer ya no puedan cumplir su función reproductora. Allí, podrían ser eliminados también.

Otra posibilidad es que todo siga como hasta ahora. Que las mayorías heterosexuales no se hagan cargo de que nos imponen a todos los demás cómo debemos vivir. Que sigan disimulando que nuestras uniones le reportan al Estado los días de trabajo que no nos tomamos por unirnos; que las obras sociales nos cobren como solteros; que debemos pedir los créditos como solteros; que no tenemos asegurada la herencia después de haber vivido toda una vida con la persona que elegimos; ni siquiera la posibilidad de acompañarlo en la terapia intensiva. La posibilidad, si todo sigue como hasta ahora, es que nos digan “ustedes tienen los mismos derechos que nosotros a ser heterosexuales”, frase que oculta una verdad: no nos dan derecho a ser homosexuales. ¿Por qué no tenemos ese derecho? Porque somos minoría.

El matrimonio es una institución civil de la que se apropió la Santa Iglesia Católica y la convirtió en sacramento. Indisoluble. Monogámico. Y sagrado. En eso estamos de acuerdo. La Santa Iglesia Católica miente cuando dice que el matrimonio es “Lo que Dios ha unido”. El matrimonio es un sacramento indisoluble, monogámico y sagrado desde que así lo consagró el IV Concilio de Letrán, de 1215. Sus autores fueron hombres reunidos con fines políticos y económicos concretos, quienes interpretaron y monopolizaron la palabra de Dios a su antojo y necesidad. Que el matrimonio heterosexual y monogámico fuera definido como sagrado instauró una primacía que excluyó cualquier otro tipo de relación. De allí a la hoguera había un solo paso y no tardó nada la Santa Iglesia Católica en darlo. Es tan grande el malentendido que nadie explica cómo durante doce siglos de catolicismo nadie habló de esa unión conocida como matrimonio como algo sagrado. Es cierto que cuando se tratan estos temas, muchos ciudadanos armados de sentido común pregonan: no se puede criticar con los conocimientos y en el contexto de hoy lo que hicieron esos hombres en 1215. Es un error académico garrafal hacerlo. Nada parece más sensato. Si por un milagro uno de esos lobbystas de 1215 llegase a vislumbrar el mundo contemporáneo no viviría más de cinco minutos. Moriría de un susto de tan cambiado que está todo. Ahora bien, si es tan de sentido común, tan lógico no poder criticar hoy el pensamiento de hace ochocientos años ¿cómo se les ocurre que podemos vivir de acuerdo con una ideología pensada para la vida cotidiana de hace ochocientos años? En todo caso, los lobbystas del IV Concilio de Letrán aseguraron también que el matrimonio era indisoluble. Hemos podido comprobar que no lo es. Y Dios no dejó de ser Dios por eso.

A comienzos del siglo IV, el emperador Constantino proclamó al cristianismo como religión estatal del Imperio Romano, lo cual obligaba a todos los ciudadanos a cumplir con los preceptos católicos. Al convertir la ley canónica en legislación civil para toda Europa, la conducta sexual, que Grecia y Roma no habían reglamentado por pertenecer a la esfera de los derechos privados, pasaba a ser regulada por las autoridades civiles y eclesiásticas. En el siglo IV comenzaba a morir la libertad individual.

Ha pasado suficiente tiempo. Ha sufrido mucha gente.

Hoy tenemos la obligación de pensar todo otra vez.

“¿Entonces si mañana alguien quiere que el casamiento sea entre tres personas, hay que aceptarlo?”. Si el casamiento entre tres personas fuese común en la sociedad, como son las relaciones homosexuales, si hubiese miles de personas que dependiesen de que se legislase sobre eso, si hubiese marchas y pedidos, quizás debería pensarse. Pero al menos por ahora, no parece que ocurra. Ni aquí ni en ningún lugar del mundo.

“Mañana se van a querer casar con un delfín, y va a haber que aceptarlo?”. Nadie quiere casarse con delfines, pensar que nuestras relaciones son como enamorarse de un delfín habla más de quien lo piensa que de nosotros.

“Hay temas más importantes, es un pedido progre de clase media”. La homosexualidad cruza verticalmente las clases sociales. Y como en todo, los más pobres son los más desprotegidos. Y los pobres homosexuales están un poco peor que los pobres heterosexuales. Y las travestis pobres están peor que todos.

“Si todos fuesen homosexuales, se termina la humanidad”. Ninguno de nosotros quiere que la homosexualidad sea obligatoria. Sólo algunos heterosexuales quieren que la heterosexualidad sea obligatoria. Y no les sale. Queremos un mundo variado porque de la naturaleza nacimos todos.

Quizás el niño homosexual sea tu hijo. O tu futuro hijo. O tu nieto. O vos. O quizás no. No importa. Lo importante para todos es que el niño homosexual no tiene por qué sufrir porque vos te creas normal. Lo normal es que el mundo es maravillosamente variado y cada uno es valioso, porque es diferente a todos, y es diferente a todos, porque es igual a todos.

La mala noticia para los que insisten en vivir en el pasado, es que el casamiento homosexual ya existe hace años. Sólo falta que el Estado lo reconozca. Peleamos por ese reconocimiento. Cuando se despejen los prejuicios, los odios, la crueldad y la mentira se descubrirá finalmente la verdad que dos mil años de ocultamiento no pudieron tapar: la homosexualidad no es nada.


sábado, 19 de septiembre de 2009

Potranca negra

Elsa Bornemann

   En la estancia de padrino Ernesto, donde estoy pasando mis vacaciones, hay muchos potrillos... ¡pero ninguno como mi potranca negra!


   Cuando los arados van a dormir su fatiga, ella se me aparece al tranquito, lamiendo el atardecer como si fuera el agua de los bebederos.


   Es arisca. No viene cuando yo la llamo sino cuando ella quiere, despeinando los juncales con sus largas crines. Sus huellas van oscureciendo los caminitos de barro.


   Espero que toda la gente de las casas se haya acostado y abro las ventanas de mi cuarto para mirarla: la veo trotando sobre malezas y pastizales, escabulléndose entre los cardos, saltando los alambrados...
   ¡Potranca desbocada! Galopa sobre el campo o sobre los techos, enfriando el aire con su aliento.    Sus cascos golpean las puertas y su cola azota molinos y chimeneas. Escucho el roce de su poncho al engancharse en los postes, mientras arroja negrura por todas partes.


   A veces, le relincha a la luna, y otras, la lleva sobre la grupa para que reparta sus luces por lagunas y charcos.


   ¡Potranca salvaje! ¡Imposible cabalgar sobre su lomo! Pero puedo tocarla cuando apago mi lámpara: en ese momento se me acerca mansita y la acaricio. Ella me mira desde la oscuridad de sus ojos enormes y yo la contemplo en silencio, hasta que los gallos abren la madrugada y la mañanita empieza a remontar su barrilete de sol...


   Mi potranca huye entonces, tijereteando las sombras...


   Más tarde, mientras le cebo unos mates, padrino Ernesto me dice que esa que quiero tanto es LA NOCHE y promete regalarme una yegüita overa, para que no siga imaginando pavadas... Yo sonrío y me callo... Padrino Ernesto debe estar celoso: él tiene muchos potrillos... ¡pero ninguno como mi potranca negra!


La imagen fue tomada de aquí.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Sobre héroes y tumbas



   "Querido y remoto muchacho: [...] además del talento o del genio necesitarás de otros atributos espirituales: el coraje para decir tu verdad, la tenacidad para seguir adelante, una curiosa mezcla de fe en lo que tenés que decir y de reiterado descreimiento en tus fuerzas, una combinación de modestia ante los gigantes y de arrogancia ante los imbéciles".

Sobre héroes y tumbas



   "La astucia, el deseo de vivir, la desesperación, me han hecho imaginar mil fugas, mil formas de escapar a la fatalidad. Pero ¿cómo puede nadie escapar a su propia fatalidad?"

La casa de Asterión

Jorge Luis Borges

Y la reina dio a luz un hijo que se llamó Asterión.

Apolodoro, Biblioteca, III,I



   Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito*)  están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aqui ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la Tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el Sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.


   El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro porque las noches y los días son largos.


   Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos). Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo:Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya veras cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.


   No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce (son infinitos) los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce (son infinitos) los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado Sol;. abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el Sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.


   Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que, alguna vez llegaría mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto.


   ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?


   El Sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.


   -¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.


FIN

* El original dice catorce, pero sobran motives para inferir que en boca de Asterión, ese adjetivo numeral vale por infinitos.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Finales!

Hoy algo mas se terminó: que bueno es todo lo que comienza!

Entonces también:

Esta canción, que deliberadamente abre nuestro disco y da comienzo a estos "11 mundos" proclama, acaso suspira, que no hay nada más importante en la vida que sentir el presente como fuente máxima de toda vitalidad y entusiasmo; un segundo vale más que todas las horas.




Quisiera publicar uno cada día, pero ellos ya lo hicieron...

sábado, 17 de enero de 2009

Como caramelos de propoleo

Vidas en la basura

el viento sopla fuerte esta noche 




y es una viento frío 

y pienso en los muchachos desocupados. 

espero que algunos de ellos tengan 

una botella de tinto. 




es cuando estás en la mala 

que te das cuenta de que 

todo tiene dueño 

y de que hay cerraduras en 

todas las cosas. 





así funciona la democracia: 

agarrá lo que puedas, tratá de mantenerlo 

y agregale algo 

si es posible. 




así funciona la dictadura 

también 

sólo que ellos esclavizan o 

destruyen a sus 

desamparados. 




nosotros simplemente 

olvidamos 

a los nuestros. 




en cualquier caso 

es un viento 

muy 

frío. 



CHARLES BUKOWSKI (Del libro ‘El infierno es un lugar solitario’)